Posts de "julio, 2017"

Enfoque en soluciones

soluciones1Hace unos meses, en la visita periódica a la endocrino, la doctora le dijo con claridad a María que “estaba haciendo un mal uso de la bomba de insulina”. Sí, esas fueron sus palabras. ¿Por qué? Porque María se ponía el bolo del desayuno, media mañana, otro para “picar” algo que le daban sus amigas en el recreo, bolo complementario a veces para algo más de postre en la comida o cena porque se había quedado con hambre… En fin, sí, muchos “minibolos” de insulina para poder disfrutar de una vida más “normal”.

Porque… ¿qué esperamos de una chica de 12 años? Que diga, “no gracias, ahora no puedo comer unas patatas fritas aunque sean las 15h y vayamos andando a casa después de toda la mañana en clase porque no es la hora de la comida”. “Ah, pues mira, tengo más hambre pero nada, ya no tomo fruta  porque no la he contado…”. Sí, es mucho pedir.

María salió de la consulta dolida, muy dolida, llorando enfadada y diciendo que “no se iba a medir nunca más para que no la regañaran”.

Para ser “justos”, la doctora no la regañó, fue “correcta”, no la culpabilizó, no le dijo que lo había hecho “fatal” ni la amenazó con retirarle la bomba por su “mal uso”, sin embargo, con sus palabras, no consiguió conectar con María ni generar en ella motivación para mejorar sino todo lo contrario.

Tengo suerte, gracias a todo lo que me ha aportado la Disciplina Positiva yo conozco las claves para conseguir motivar en María ese proceso de mejora. Éstas son:

“Conexión antes que corrección”(Jane Nelsen): y ¿cómo se consigue esto?.

En primer lugar, era fundamental dar reconocimiento. Valorar todo el esfuerzo que María estaba realizando: 1º de la ESO, cambio de etapa, de compañeros y profesores, clase de 8 a 14h “del tirón” y los lunes incluso hasta las 15h, entrenamientos de baloncesto, partidos, etc. Y María, se medía en el cole, se pesbaa su comida y nunca, nunca, comía sin ponerse insulina (salvo despistes). Para mí, esto es un gran logro digno de mención.

En segundo lugar: validar sus sentimientos. “Sé que es difícil y muy cansado estar cada día pendiente de los controles de glucosa, de pesar la comida, de calcular raciones. Sé que te gustaría ser como las demás chicas de tu edad, que te gustaría poder picar patatas o gusanitos de vez en cuando sin pensar en cuánta insulina ponerte o comer cuando tienes hambre aunque una máquina diga que tu glucosa está en 250”. “Sé que te molesta la bomba y te duele el cambio de catéter y tienes doloridos los dedos…”

Hemos crecido con la errónea creencia de que decirle al otro que tiene razón para estar enfadado, muy enfadado, aumentará su enfado y lo alargará en el tiempo. ¡Gran error!. Cuando una persona se siente escuchada y comprendida, siente que su emoción se libera y, después de expresar su enfado está abierta a llenarse de otra emoción… Yo suelo decir en mis cursos “emoción expresada, emoción liberada”. Pruébalo, funciona.

Y el tercer elemento clave para generar un proceso de mejora en el enfoque en soluciones. ¿De qué sirve que le digas a una chavala lo que NO puede hacer si no le ayudas a buscar alternativas para que disfrute y vea satisfechas las necesidades “propias de la edad” (sentirse perteneciente a su grupo de amigos, sentir que tiene poder de elección, etc.)?. Y ¿cómo se consigue esto? Pues nosotras lo hicimos con papel y boli en mano y haciéndonos la pregunta ¿qué podemos hacer para que tú disfrutes comiendo y evitemos los múltiples bolos? Y juntas, llenamos una hoja de ideas. Algunas “locas”, otras inviables y muchas de ellas muy interesantes y útiles. Éstas últimas las pusimos en marcha y… “voalá” en el siguiente “examen” de bomba ya no había bolitos registrados.

En fin, hoy comparto aquí esta experiencia porque me parece que ESTE es el camino. El único camino eficaz. El control y la exigencia no funcionan a largo plazo con los adolescentes y ¿con los adultos? tampoco.

Errores en el control de la diabetes… parte de la vida

Hace ya más 7 meses que no escribo nada en este mi querido blog…

Y no es por falta de ganas sino porque conscientemente he decidido estos meses priorizar otras cuestiones…

Hoy, un día más toca “velar”. Estamos de vacaciones, sí, y sin embargo, esta semana nos ha tocado atravesar dos días duros, duros.

Seguro que vosotros me entendéis: valores  por encima de 400, nuestro record de cetónicos: 3,8. En fin, datos que desearía no haber visto y menos en unos días tan esperados y deseados por mi hija para disfrutar a tope…

Glucómetro

Pero la vida es así. Esto es lo que le ha tocado “encajar” y vivo con la esperanza de que le hará más fuerte ante las dificultades que se encuentre en el futuro y más comprensiva ante el sufrimiento ajeno.

¡Cuánto cuesta dejarla gestionar ella los controles, el cálculo de raciones, etc. lejos de mí! Me asalta el sentimiento del “cuidador”: “yo lo hago mejor que nadie”, “conmigo está más estable”, etc. Y sin embargo, sé que no es cierto. Cuando el catéter entra torcido, entra torcido. Si se le olvida darle al botón Ok en el bolo del desayuno es un error, sí y ¡con desastrosa repercusión! Ahora bien, a cualquier persona que tenga que estar pendiente de una misma cosa 7 veces al día, 7 días a la semana, 365 días al año le puede pasar.

No, no nos podemos permitir bajar la guardia. Yo no, pero ella… ¡no se puede pedir más a 12 años! ¿perfección? ¡no existe ni a los 12 ni a los 45!.

Vaya escuela: María aprende cada día que los errores tienen consecuencias, consecuencias que sufre ella en su cuerpo. Y sin duda, una de las cosas más difíciles de la vida es el enfado con uno mismo, saber que no podemos “echarle la culpa” de nuestro fallo a otra persona. Nos toca asumirlo y seguir hacia adelante.

¡Qué suerte he tenido al descubrir la Disciplina Positiva!. Una de sus fundadoras: Jane Nelsen suele decir: “Los errores son maravillosas oportunidades de aprendizaje”. Y así procuro enfocarlo con María.

¡Qué importante es no dejarnos llevar por el enfado del momento!. No incurrir en regañinas, no caer en exigencias de “mayor concentración” o amenazas de no ir a tal o cual lugar si no se controla “mejor”.

Dos claves son fundamentales: ajustar las expectativas de lo que puedo esperar en madurez de una chavala de 12 años (Daniel Siegel nos recuerda que el cerebro humano no está completamente desarrollado al menos hasta los 25 años) y enfocar el proceso en positivo, sin culpa, sin disgustos, sin dramas. Con cariño, comprensión y enfoque en soluciones para recuperar lo antes posible la normalidad y seguir… disfrutando de la vida.