Amor de abuela

Un abrazo y mucho más.A principios de noviembre, mi hija María fue a dormir a casa de mi madre.
Desde su debut, hace casi 3 años, no había vuelto a ir. Y es que yo, como hija, no quería “cargarle con esa responsabilidad” a mi madre y como madre, quería estar pendiente de mi hija…

Pero María lo echaba de menos. De repente empezó a hablar de los tiempos que, con 5 y 6 años, se quedaba algún día a dormir en casa de su “Amama” y la “libertad” que sentía. Me di cuenta de que María ya estaba preparada y que mi madre también. Había llegado el momento de dejarlas a las dos disfrutar de su “tiempo especial”.  Y ese fin de semana, María durmió en casa de mi madre 2 noches seguidas y ¡todo fue bien!.

Después de ese fin de semana, animé a mi madre a escribir cómo se sentía y ella, diligentemente escribió y me lo mandó… Con más de un mes de retraso lo cuelgo en este apartado de compartir recuerdos dando un GRACIAS con mayúsculas a mi madre en particular y a las madres-abuelas en general, por su escucha, su paciencia, su apoyo incondicional y presencia, elementos que se valoran más, si cabe, en los momentos de dificultad…

A continuación incluyo “tal cual” el texto que me mandó mi madre…

“Tengo una nieta diabética desde marzo de 2012 y casualidades de la vida coincidió con el día de mi cumpleaños así que hemos decidido celebrarlo juntas…

María, que así se llama mi nieta, tiene dos hermanos,  es la mediana y hará 10 años en diciembre. Cuando eran pequeños venían un fin de semana aproximadamente al mes a dormir a casa, y lo pasaban… bueno… ellos decían que fenomenal, les hacía tanta ilusión que se preparaban  sus mochilas…

Desde que María debutó  no habían vuelto… hasta el fin de semana pasado…

¿Qué puedo deciros que no sepáis? yo quería hacerlo bien y estaba un poco inquieta… me tranquilizaba pensar que María ya es autónoma y me ayudaría…

Cuando llegaron a casa (venía también su hermano mayor), al entrar en la habitación donde duermen (y también juegan), y dejar la mochila exclamo ¡¡libre!! ya soy ¡¡libre!! Claro, saltando en la cama,  como hacían de pequeños. Se sentía tan feliz que para mí todo lo demás pasó a segundo término… ya está decidido y lo he hablado con ella vendrá siempre que quiera…

Al hacerle  el control mientras dormía, “le pinchaba y no salía sangre”… qué momentos…  lo pasé mal, tuve que hacerlo tres veces…  cuando lo conseguí le llené la mano de besitos…

Al ver  el vídeo “un pinchazo un abrazo” me he emocionado, y he pensado, ¡justo!,  eso es lo que hacemos todos: padres, abuelos-abuelas…  mientras rodaban las lágrimas por mis mejillas…”.

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