Cada vez que voy con mi hija al hospital para su revisión de la diabetes, experimento el día anterior un cosquilleo en el estómago. Como cuando tenía un examen.
Sí porque para mí es “como un examen”. Le hacen el análisis de la glicosilada, revisamos con la endocrino y la enfermera unidades de insulina, raciones, horarios, deporte, estado de la piel… Vamos, un examen en toda regla.
Y aunque soy consciente de que no es 100% así, siento que de mí depende la “nota final”. Que yo, junto con mi marido (pero él no está presente en el examen), somos los que nos ocupamos de “velar” por la estabilidad de la glucosa de nuestra hija las 24 horas del día… Uf! Este sentimiento llena mi mochila de forma especial de camino al hospital. Leer más