13 días y 12 noches

13 días y 12 noches ha pasado mi hija María en el campamento que cada año organiza la Asociación de Diabéticos de Madrid.

Ha sido su segundo campamento.

Para ella, sin duda, ha sido un tiempo de libertad (descanso de padres quiero decir), esfuerzo (los monitores fomentan mucho la autonomía y el aprendizaje) y mucho disfrute (piscina, playa, juegos, etc.).

Y para mí, 13 días sin pensar en los niveles de glucosa, 13 días sin calcular raciones ni mirar etiquetas, 13 días sin estar pendiente de inyecciones de insulina ni del reloj.

13 días y 12 noches. 12 noches durmiendo ¡6 o 7 horas seguidas!. ¡Ya había perdido la costumbre!. Porque sí, a todo se acostumbra una, y al mismo tiempo, ¡qué regalo es poder olvidar la exigencia del cuidado de la diabetes de vez en cuando!.

No, mi hija no puede olvidarse de su diabetes. Le acompaña y acompañará cual fiel compañera toda su vida. Y nosotros, sus padres, día a día intentamos aligerarle el “equipaje”.

13 días y 12 noches. Sí, la hemos echado mucho de menos. Sus risas, su energía, su conversación agotadora, su generosidad, su vitalidad, su disfrutar a tope cada momento y desearlo todo a la vez.

No, a su diabetes no. Nos habría encantado que la hubiera “perdido” en algún lugar recóndito de Murcia de donde no volviera nunca, nunca…

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